jueves, 20 de noviembre de 2008

Inscripción

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Dedicado a Teresa
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Todo me va mal. Y no sólo ahora. Mirando mi vida con perspectiva creo que nunca tuve un momento de felicidad plena. Tal vez si hubiera tenido al menos uno, mi existencia sería distinta. La evocación de ese momento me llenaría el corazón y me permitiría seguir viviendo.
Regreso a casa yendo por la autopista recién inaugurada. Está construida sobre el viejo Camino Negro. Hace años que no andaba por estos lugares. Algunos edificios de antes me reconocen. En esa esquina está un antiguo hotel para parejas, bastante bien mantenido. En el piso superior hay ventanas, algunas abiertas. Tras una de ellas una luz tenue y colorida se filtra. Dos personas junto al borde de la cama se multiplican en los espejos. Él es un muchacho muy joven, está de pie ayudando a su compañera a quitarse unos jeans apretados de tiro muy alto. Ella está tranquila y lo hace con cierta soltura. A él no le cabe el corazón en el pecho. La besa al pasar, mientras le ayuda con la camisa de bambula. ¿Cómo puede tener ese cuerpo tan hermoso sólo para él? No sabe qué acariciar primero. Y cuando piensa que ella está allí con él porque lo desea, porque desea sus caricias y su sexo, una corriente de excitación le recorre el cuerpo. Quiere grabar todos los detalles en su memoria, inscribir en su alma este instante de gloria.
Tengo que poner atención en el tránsito, es una autopista rápida. Quiero volver a pensar en mi mala suerte y mi desdicha. Pero algo, un sabor dulce en la boca, me lo impide.

2 comentarios:

Sebastián Zaiper Barrasa dijo...

Exacto!

este era el final del texto.

Quedó genial

P.D.: me asombra tu capacidad de escribir

mabel dijo...

buenísimo José y no podía terminar de otra forma. Muy sutil lo suyo, me gusta esta forma de contar que tenés.
un abrazo.