lunes, 11 de octubre de 2021

Invierno de 2021

Serie: La Astronomía y mi vida 


 
Hoy 21 de junio es día de solsticio. Los rayos del Sol caen perpendiculares al trópico de Cáncer, el que está más alejado de nosotros o, mejor dicho, cayeron hoy a las 3:32, porque este fenómeno es sólo un instante.

Recuerdo que mi abuela Dominga me llevaba al fondo de su casa, en Olazábal casi Arrotea, de Lomas de Zamora, y me señalaba el cerco que la separaba de Doña Luisa, su vecina.

-Ahora el Sol sale por ese lugar del ligustro- decía señalando su cerco, que tenía dirección norte/sur- y todos los días va a salir un poquito más a fondo. Cuando llega allá, es el invierno, y entonces empieza a caminar para atrás.

Toda una clase de Astronomía de mi abuela, que había estudiado hasta tercer grado y le llamaban la atención los fenómenos del cielo, aunque no le parecieran cosa seria.

-Cuando termines con la Astronomía- me dijo mucho después -¿Vas a poder estudiar para médico?

Solsticio quiere decir Sol Quieto, que es como muchas civilizaciones lo llamaron. La razón es simple: para cambiar de dirección, el movimiento aparente del Sol debe frenarse y por unos días se lo ve salir y ponerse desde los mismos lugares del horizonte.

Desde el hemisferio norte el fenómeno es inverso, porque sobre ellos pasa el Trópico de Cáncer, entonces ese día el sol acerca su salida al máximo en el horizonte para luego comenzar a alejarse. Es el comienzo del verano.

Como los arcos que describe el Astro Rey se acortan o se alargan dependiendo de dónde salga, también la duración del día cambia. Para nuestro hemisferio, hoy es el día más corto y la noche más larga y en el norte lo opuesto. En la Antártida no se verá el sol y el Ártico no se pondrá nunca, sólo dará vueltas apenas por encima del horizonte.

Mi abuela daba testimonio a quien lo quisiera escuchar, que las estaciones eran inversas, y que en su provincia de Piacenza, Italia, donde vivió su niñez, en junio empezaba el verano, aunque parezca increíble.

Escrita el 21/06/21

 

lunes, 12 de enero de 2015

Cornisa



A veces siento que voy por la cornisa de la vida. De un lado todo lo que conozco, lo que no me trae sorpresas, lo que mis pies pisan sin mirar, y del otro lo abismal, lo que no me atrevo ni a mirar por miedo a marearme. Y yo camino por ahí, entre dos mundos.

Hay en mí un espíritu aventurero, que me dice que queme las naves, que confíe y me arroje a vivir lo desconocido. Que lo que aprendí de memoria aburre. Que la vida es corta, que el disfrute está en lo nuevo, en lo inédito. ¿De quién será eso? ¿De mi madre? ¿De mi abuela?

Y también tengo mi parte de pies en la tierra. Me gusta transitar por los caminos que conozco. Saber de antemano el resultado de lo que estoy haciendo. Estar convencido que lo que hice antes y resultó, también va a funcionar ahora. Eso sí lo reconozco de mi padre, de sus denodados esfuerzos por tener todo bajo control y de preferir siempre el terreno conocido al que se está por descubrir.

Parece que yo convivo con ambos y voy con cuidado por esa cornisa, pisando a veces más adentro y más confiado, y otras, caminando sobre el aire.

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viernes, 12 de diciembre de 2014

viernes, 28 de noviembre de 2014

Malentendido


Te juro que no es lo que parece. Si me dejás, puedo explicártelo todo. Tranquilizate por favor. Vas a ver que es sólo un malentendido. Su número está en mi teléfono por una cuestión exclusivamente laboral. Como trabajamos en lugares opuestos de la oficina, a veces tengo que consultarle algo, si va a hacer café por ejemplo, entonces en vez de levantarme le mando un mensaje. Ves que sencillo.
También lo del horario te lo puedo explicar. Todos tenemos que cumplir una tarea semanal, y este viernes a Chochi, quiero decir, a la Sra. Teresa y a mi nos quedaba trabajo por completar y nos tuvimos que quedar unas horas más a pesar de lo cansados que estábamos, es sólo eso. Todos los viernes hay empleados que hacen lo mismo.
Lo de la ropa es muy simple también. Siempre vienen a vender ropa a principio de mes y la dejan un par de días para que elijamos. Como estábamos atrasados la Sra. Teresa y yo no pudimos elegir, así que no tuvimos más remedio que probarnos algunas prendas antes que el lunes temprano las vengan a retirar. Y bueno, uno no puede probarse ropa sin desvestirse.
Y yo no estaba haciendo nada con mi lengua como parecía. Fue que ella me dijo que estaba sintiendo una molestia en su vulva y me pidió si yo podía ver qué era, ya que ella no se podía observar ahí. ¿Qué podía hacer yo? ¿Decirle que vaya a buscar un espejo, sabiendo que en la oficina no hay?
Yo le tengo lástima porque es una persona con muchos problemas de salud, en especial en lo pulmonar. Por eso tal vez la habrás escuchado con respiración entrecortada cuando llegaste. Yo ya le iba a decir que le convenía hacerse ver por un médico, puede ser algo delicado.
Estoy seguro que la ofendiste con tus gritos y exclamaciones y creo que le debés una disculpa. Somos gente civilizada y cuando uno no entiende algo tiene que pedir la correspondiente explicación y no lanzarse  como fiera sólo por suposiciones que luego va a ver que son falsas.
Para hacértela más fácil la invité que venga el sábado a la noche. Picamos algo, tomamos unas cervezas, escuchamos música y vos le podés pedir disculpas. Vas a ver que es una persona muy comprensiva y te va a entender.
Confiá en mí, que ella te va a perdonar y además, lo vamos a pasar muy bien.
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viernes, 21 de noviembre de 2014

Dientes



Algunas veces,

pongo a andar al revés
los engranajes de mi cabeza.
Desarmo pensamientos sesudos
despeino ideas
me burlo de la conciencia.
Y juego a esconderle
     los dientes postizos a la muerte.

Pero muy de vez en cuando.

jueves, 26 de septiembre de 2013



Así vi la cordillera desde el aire

jueves, 29 de agosto de 2013

Desilusión


Creí que por fin te había encontrado.

Te pedí entonces que encendieras mis ilusiones. Te pedí unas gotas de baile cadencioso, un boleto en tu viaje astral, un atajo a tu intimidad. Te pedí un silencio impregnado de voces, una campana llamando a locura, una brizna de eternidad. Te pedí el dibujo de mi nombre en tu boca, el estruendo de una pasión despertada, la complicidad de tu piel, el lápiz que va escribiendo mi futuro. Te pedí que quemes tus naves, que despilfarres tus palabras, que enfermes de dependencia, que desgarres los minutos de espera, que hilvanes sonidos entrecortados.  Te pedí la suave penumbra de tu voz, el diamante de tu mirada, el perfume de lo deseado. También la lentitud de una caricia que se demora, la insolencia de un sentimiento repentino, las alas de una ilusión.

Pero no me escuchaste. Me diste tu amor de telenovela, los boletos de una película empezada, crédito para llegar a fin de mes. Me trajiste las dudas de lo que creo, los adjetivos fáciles de mis sustantivos, la coreografía ensayada del cortejo. Me diste lo que ya tenía y quería perder, lo que intento ocultar y no consigo, los celos que se disfrazan de sentimientos. Me rimaste amor con dolor, me dijiste lo que habías repetido a muchos, me calificaste sin verme. Confundiste persecución con presencia, antigüedad con intensidad, concesiones con derechos. Me viste igual a los demás, me enredaste en suposiciones, me confundiste con lo que no soy.

Entonces quité de tu cuerpo mis ilusiones, levanté los puentes de mi castillo, desoí voces de reconciliación.

Y aquí estoy nuevamente solo, creyendo que aún es posible el milagro.

jueves, 11 de abril de 2013

Sopa de letras

Tenía un rato para leer, no mucho. Se decidió entonces por la biblioteca de lecturas rápidas. Eso le evitaba tener que elegir autores, títulos, esperar que le trajeran el libro y todo eso que le demandaba tiempo. A veces lo hacía, y cuando empezaba a leer, ya se le había acabado el rato disponible.

Entró y miró hacia los carteles luminosos para ver qué pedir. Los combos eran: autoayuda espiritual + aforismos inspiradores, autoayuda empresaria + decálogo del triunfador, literatura amorosa + frases para memorizar y literatura general + sopa de letras. Le interesó esto último, porque la sopa de letras se la guardaba para el final de su horario de trabajo, que era bastante aburrido.

Tuvo suerte porque por cincuenta centavos más le dieron las soluciones de los crucigramas, para que hiciera la comprobación.

Se sentó en una mesa a leer el texto impreso, estaba interesante, no decía su autor, pero era llevadero hasta el final. Tanto le gustó, que se quedó con ganas de más y se preguntó cómo medirían en esa biblioteca la cantidad de texto que a cada uno le satisface leer.

En su reloj vio la hora de volver a la oficina y recogió sus cosas de la mesa bien iluminada.

Al salir miró nuevamente el impactante cartel de promoción y no pudo menos que preguntarse por qué su sopa de letras parecía un folleto de supermercado, y la del cartel, un tomo de la historia del arte encuadernada en cuero con letras de oro.

viernes, 17 de febrero de 2012

Muerte antilopada

Veo el mar oxidado de siempre. Y esa playa irreverente que lo contiene, que lo pelea, que escucha sus susurros estridentes.

Voy a morir en el mar. Con una muerte analgésica y galáctica. En el instante del crepúsculo áspero.

¿Qué me espera en las profundidades acrobáticas? ¿La luz oscura de lo desconocido anidado o el desesperado resplandor del túnel platónico?

La vida encapsulada y adormecida no me seduce. Y tengo cansadas las esperanzas de nuevos intentos desconsolados.

Me falta la desaterrada fuerza de comenzar otra poesía.

Tal vez mi flácido pensamiento quede para siempre en la estación terminal y mi alma empapada ascienda un peldaño más en el mármol eterno.

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miércoles, 12 de octubre de 2011

Reflexiones

A veces viajo

a estaciones de tren

de mi pasado.

Me introduzco furtivo

en aulas frías

buscando rostros que se desvanecen

cuando intuyen mi mirada.

Y me desconsuelan

los amigos que quise y perdí

pero aún más aquellos

que mi memoria se niega a traer.

Veo entonces

un mundo que se podía cambiar

una juventud infinita

un amor para toda la vida.

Y me pregunto

qué cambió en mí

que siendo yo mismo

como lo atestigua mi documento

vea la vida tan diferente

más frágil, más efímera

y busque los caminos de regreso

mirando mi reloj a cada rato.

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jueves, 8 de septiembre de 2011

Aves

Como un águila divisó a la distancia su rostro de líneas perfectas.

Se le acercó sabiéndose ganador, como un pavo real.

Como una cotorra chilló cosas sin sentido entre la música ruidosa del lugar.

En la pista bailó y revoloteó como un palomo en celo.

Con la atención de un búho escuchó sus historias en el parque.

La enamoró con sus ojos de gavilán.

Sorbió como un colibrí el néctar de su cariño.

Y como hacen los hombres, después de obtener lo que quería, levantó vuelo.

lunes, 5 de septiembre de 2011

jueves, 1 de septiembre de 2011

Palabras

Juan entra en el bar donde pactaron el encuentro. Busca una mesa y pide un café, le gustaría fumarse un cigarro pero no está permitido. Entonces se pone a canturrear una canción que habla de un amor que se rompe, como el de él con Ana. Las palabras de la canción se elevan, tal vez impulsadas por la melodía. En lo alto de la cortina quedan enredadas y al rato se ve que van perdiendo su tinte. Sólo se mantiene “desamor”, que tarda en desaparecer.

Ana llega y pide un cortado. Como es usual para entrar en clima, empiezan a hablar del calor y otras obviedades. Las palabras dichas apenas se pueden distinguir por su vaguedad y falta de importancia y se van desvaneciendo a medida que descienden.

De pronto Juan toma la iniciativa para tratar el tema que los reúne: que él está enamorado de otra mujer. Las palabras de su boca salen gruesas y en letras de molde oscureciendo por momentos el espacio que lo separa de Ana. Los ojos de ella se llenan de lágrimas y le responde con voz balbuceante. Pálidos vocablos en minúscula, de trazos inseguros aparecen y caen inevitablemente sobre la mesa, deshaciéndose.

A Juan, que le costó comenzar, lo va animando cada vez más la idea de terminar todo de una vez. Varias de sus palabras, desconsideradas, punzantes, definitorias, caen dentro de la taza de ella, que al sorber un trago, siente que su aparato digestivo se convulsiona.

Ana toma su cartera y se va. Juan paga y sale también, deseoso de fumar su cigarrillo.

El mozo junta los pocillos, limpia la mesa de tanta palabra triste y acomoda el florero.

domingo, 7 de agosto de 2011

Nanorrelatos * II

Ella se fue y él se quedó con una obra sin personajes.

Para cuando llegó la herencia de sus padres, sus hijos ya esperaban la de él.

Pensó en hablarle de amor, pero vio soledad de sentimientos en sus ojos.

Una verja detiene el vuelo de una bandada de niños.

A pesar de su empeño, sólo pudo despertar en ella un amor esquelético, que apenas se sostenía.

Fue a lavarse la cara y un asesino oculto detrás del espejo dio cuenta de sus años.

Culpó a esa lágrima pionera de provocar tanto llanto.

Fue sólo verlo y el alma se le llenó de colibríes.

La tinta desteñida de un pasado rutinario le manchaba el presente.

Quise besarla y me quedé en la comisura de mi deseo.

(*) Relatos por diez a la menos 9

viernes, 1 de julio de 2011

Desenfrenos

La consigna de la reunión de departamentos había sido clara: necesitaban una renovación total del auto. Después de cinco años de lanzado al mercado con mucho éxito, la competencia estaba ofreciendo opciones más interesantes.

El Departamento de Propulsión ya estaba trabajando en agregarle válvulas al motor y en pocas semanas presentó uno que, con igual cilindrada, incrementaba en un 20 % sus revoluciones y su potencia.

Montado éste en el prototipo, los ingenieros del Departamento de Dispositivos de Seguridad buscaron un nuevo freno de estacionamiento.

Por medio de un engranaje reductor lograron aumentar la presión sobre las zapatas y presentaron un freno que activado, no permitía que el auto se moviera ni con la máxima potencia del motor.

En el Departamento de Propulsión se pusieron a trabajar nuevamente, en ningún modelo anterior de la fábrica, el freno de estacionamiento había podido impedir que un auto se moviera si se lo aceleraba adecuadamente.

Cambiando la longitud de las bielas aumentaron la cilindrada y la potencia, de modo que el prototipo logró moverse a pesar de tener el freno activado.

Viendo esto al Departamento de Dispositivos de Seguridad no le quedó otro recurso que ensanchar las campanas y las zapatas para aumentar la superficie de fricción. El nuevo modelo apenas se balanceó cuando se lo aceleró en primera con el freno puesto.

El Departamento de Propulsión modificó los parámetros de la inyección multipunto logrando más potencia y el de Dispositivos de Seguridad la ubicación y el tamaño de la palanca de freno, que le permitía ejercer una fuerza mayor.

Entretanto el Departamento de Martketing decidó hacer un redireccionamiento del producto que fue calurosamente bien recibido por el Directorio. Se decidió relanzar el modelo para la 3º edad, un segmento de mercado un poco desatendido y de gran crecimiento. Entre las características del nuevo usuario, detalladas en el memorandum enviado al Directorio, está el usar velocidades y aceleraciones moderadas y jamás intentar mover el auto con el freno de estacionamiento activado.

martes, 21 de junio de 2011

Nanorrelatos* I

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Había nacido de un armisticio en el divorcio de sus padres.


Él le habló del rojo, ella del violeta y, por supuesto, no combinaron.


Atrajo noches interminables con su insomnio tenáz.


La cometa de caña y papel tironeó del hilo, codiciando el infinito.


Sus celos resultaron más interesantes que su amor.


Estalló el verano y el sol asalta los balcones desarmados.


Comencé a hacerte el amor desde la comisura de tu sensualidad.


Su alma gregaria no soportó la soledad de la muerte.


Abrió la cama para acostarse, entre sábanas de verde soledad.


Encontró al paso de su mano, ojales sabios de seducción.


(*) relatos por diez a la menos 9



miércoles, 18 de mayo de 2011

Laberinto

Fue fácil entrar en tu laberinto. Tus galerías estaban decoradas de labios filigranados, de miradas aterciopeladas y frases de ternura envolvente.

Y me gustó ir recorriendo al azar patios de caricias campestres, salas señoriales de complicidad y distancia simuladas y balcones de arrebatos con luz de luna.

No había encontrado, hasta entonces, los bajoescaleras de celos machimbrados, ni los galpones de pequeñas rencillas guardadas. No conocía el hedor de rincones impregnados de envidia ni el cesto de ropa sucia de amores no olvidados.

Ahora busco la salida. Quisiera irme cautelosamente, sin pisotear ningún sentimiento florecido de tu jardín.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

viernes, 10 de septiembre de 2010

Ropa de procesión

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Oh María, Madre mia

Virgencita de Luján

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¡Qué hermosa es la virgen! ¡Todos la admiran!

Como es su día la sacamos a pasear por el barrio. No somos muchos, el Padre José dice que somos los elegidos. Yo no falto nunca a estas ocasiones. Me pongo mi vestido marrón oscuro y me cuelgo el rosario al cuello.

Me imagino que los vecinos nos debe admirar cuando pasamos con la imagen por sus calles. Deben pensar: ¡qué bien lo que hace esta gente, está adorando a la virgen para que luego todos tengamos más felicidad! Alguno pensará: yo no tengo constancia de ir todos los domingos a misa, apenas para pascua, ¡qué bueno que haya vecinos que sí van y se ocupan de esas cosas por nosotros! Porque alguien tiene que ocuparse, creo. Sino Dios no sabría qué necesitamos de él. Y tampoco la Virgen, la madre de su hijo, que no es su esposa, porque ella estaba casada con José. Bueno, casada pero virgen. Yo nunca podría ser como ella, porque a mi me gusta el sexo. Y está bien lo de ser la madre de Jesús, pero había algo de la vida que se estaba perdiendo. Bueno, no sé cómo sería en ese tiempo. Pero me parece que siempre fue igual. O parecido, porque la gente se bañaba menos, algunas cosas harían, otras no.

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Amparadme y guiadme

a la patria celestial.

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¿Y José qué haría? ¿Qué haría para que no le crezcan pelos en las palmas de las manos? O a lo mejor tenía otra. Tenía una virgen en casa y una mujer común afuera. Entonces María era como cornuda. Virgen y cornuda, extraña combinación. Hay que tener conducta para seguir virgen con tanta tentación. Yo, esforzándome, hubiera llegado a los diecinueve, pero más no.

Pobre José, le tocó lo peor. Con María, sólo amor platónico. Hijos propios no tuvo, pero tuvo que criar y alimentar a Jesús. Y Jesús proclamando a los cuatro vientos que no era hijo de él sino del Otro Padre. Nosotros ya lo entendimos, pero en ese tiempo debió de haber sido difícil. Y su paso a la historia no fue el mejor. No recuerdo ninguna oración que le hayan hecho a José para rezarle.

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Oh María, madre mía

Virgencita de Luján

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Pero María está hermosa con ese vestido hasta los pies, hecho con hilos dorados y sedas finas. Debe tener enaguas almidonadas o algo así, porque ella es delgadita. ¿Cuándo se habrá puesto esos vestidos? Porque era de familia pobre. Y el hijo no se le casó, que podría estar bien de madrina así. Aunque dicen que la madrina no tiene que opacar a la novia. Y famosa se hizo después, cuando Jesús fue grande y empezó a hacer milagros. ¿Se habrá hecho vestuario para esas ocasiones? Pero cuando Jesús fue crucificado al menos tendría cincuenta, para aquella época, una vieja. A lo mejor por eso se decidió a hacer sus apariciones con hermosos vestidos. Yo hubiera hecho lo mismo. Y me hubiera aparecido así, jóven y bien empilchada. Como Mirta Legrand.

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Amparadme y guiadme

a la patria celestial.

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Acá tenemos que dar la vuelta para entrar de nuevo a la capilla. Cuánta gente, creo que volvimos muchos más de los que salimos. Lo que pasa es que la fe es contagiosa. Yo hago bien en venir a todas las procesiones, me estoy ganando el cielo. Porque si una reza sola en su casa, Dios puede ser que la escuche, puede ser que no. Pero a esta multitud de gente caminando por la ciudad, la tiene que ver de allá arriba. Y cuando le llame la atención y mire con detalle, seguro que me va a ver a mi. A lo mejor debería haberme vestido más llamativa, pero me pareció que era mejor ropa oscura. Nadie dice qué ropa hay que traer. Después le voy a preguntar al Padre José... no me había dado cuenta, se llama como el padre de Jesús. Y también le toca lo de la abstinencia sexual. A lo mejor hace como el otro José y tiene algo por afuera. A mi nunca me insinuó nada. ¡También! ¡Con esta ropa oscura que traigo a las procesiones!

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viernes, 28 de mayo de 2010

Detenerse

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Hay veces en que uno se detiene. Viene empujado por las obligaciones, lo que queda por hacer, lo que convendría que ya esté realizado y no lo está…Y hace un alto.
Y piensa.
Y pienso.
Sé que cada mañana me miro al espejo, me digo que empiezo un mundo nuevo y lo hago. Pero hay un sendero que va quedando atrás. ¿Qué cosas voy dejando a un costado sin darme cuenta? ¿Qué cosas la vida me va llevando para dejarme otras en su lugar?

Lo que viví.

Toda esa gente que se cruzó en mi camino y no he vuelto a ver.
Personas que quise y se las llevó la circunstancia.
Alguien que me amó y yo olvidé.
El cariño de mi abuela que ya no está.
Profesiones que tuve y que ya no las siento mías.
La habitación que aparece cuando apago la luz.
Infinitos preparativos de un casamiento.
El gato Mimoso despertándome de la siesta.
Una mamadera a las 3 de la mañana.
Una guardia de hospital a las 6.
Mi primera fotografía bien pagada.
Aplausos en una conferencia donde soy orador.

Aquellos momentos únicos.

El día anterior al primer beso.
El día siguiente.
Mi hija bebé durmiéndose cansada de llanto en mis brazos.
Una playa de risas infantiles en San Clemente.
Entrar al primer departamento propio y verlo como un palacio.
Una noche de pasión sin entender el idioma.
El reflejo de la ventana en la sedosidad de una piel morena.

El espacio de mi niñez.

Una sortija como trofeo de mi habilidad.
Zapatitos blancos arruinados en su estreno.
Un padre colérico enfurecido por cualquier cosa.
Una trinchera de caños pluviales donde esconderse y jugar.
La niña de enfrente mostrando la bombacha.
Yo pidiendo ver más.
Una maestra enamorándome.
Larguísimas noches sin electricidad.
Versos de amor con rima sin destinataria.
María del Carmen.
Las historias de mi madre caminando a casa de la abuela.
Su paso imposible de alcanzar.
El Dios de la Hermanas Azules.
Mis esfuerzos por creer.
El fin del mundo en el fin de la primaria.
Liliana y mi timidez apenas púber.
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miércoles, 3 de febrero de 2010

Primicias

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Sabida es la puja periodística entre los dos canales nacionales de noticias. Ya en el primer día del año se empezó a disputar cuál sería el líder en audiencia. Cada canal convocó a la totalidad de su personal para una jornada especial, no sólo para la producción de noticias, sino también para el monitoreo de su competencia.

En el canal de noticias ABC encargaron a un notero que entrevistara al primer turista en arribar a Mar del Plata. Otro fue destinado a grabar el llanto del primer bebé nacido en Buenos Aires.

Pero el canal Primicias los sorprendió anunciando la nota al ganador de la primera bolilla del Casino de Mar del Plata y la primera boleta de tránsito en calles porteñas.

Entonces ABC instruyó a sus periodistas para conseguir el primer beso del año en los boliches de Constitución y el primer cliente en confundirse con un travesti en el Microcentro porteño.

Primicias no quiso quedarse atrás y destinó su personal a buscar el primer marido engañado con un guardavidas en La Feliz y la primera discusión fuerte entre cuñados, con o sin agresión física, en Buenos Aires.

Ahora sí, el canal ABC, no pudo hacer otra cosa que destinar todo el personal posible, incluso al que se hallaba de licencia, a buscar la primera lágrima adolescente derramada por amor en la ciudad balnearia y la primera muela fisurada por un turrón de Alicante en esta Capital.

Fue un comienzo de año pocas veces registrado. Quienes siguieron esta maratón de noticias supieron la altura de la primera ola, el título de la primera película porno alquilada y la primera pareja que se deshizo tras un mensaje delator en el celular.

Pero no fueron muchos, la mayoría de la población seguía en los otros canales las alternativas de la renuncia del presidente, producida curiosamente, el primer día del año.

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viernes, 22 de enero de 2010

Palmira

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La voy a llamar por teléfono. Estoy decidido. Lo vengo postergando un poco, pero creo que hoy es el mejor día. Le voy a mostrar mis sentimientos y ella se va a dejar seducir por mí.

Ahora es un poco temprano. Antes de las 9 seguro que Palmira no se levanta. Cuando vivamos juntos la voy a despertar con mis besos y le va a encantar madrugar.

Podría llamarla ahora, ya son las 9:30. Ella estará desayunando su té con tostadas en la mesa de la cocina, me la puedo imaginar. Me va a gustar que más adelante ella me ofrezca una tostada con manteca mientras yo leo la sección deportiva del diario. Pero para atender el teléfono va a tener que levantarse, puede sacudir la mesa y volcar el té en el platito, a mí me pasa. O atenderme apurada para que no se le enfríe. Ahí estoy mal, porque preciso tiempo para llevar la conversación adonde yo quiero. Mejor espero que termine su desayuno.

Ahora podría ser, son casi las 12. Debe estar haciendo las tareas de la casa. ¡Qué hermosa debe estar con el delantal y el cabello recogido en una colita! Tal vez cuando estemos juntos y yo falte al trabajo un día, la vea así. Voy a intentar abrazarla por detrás y besarle el cuello y ella me va a rechazar diciendo que tiene mucho para limpiar. Quizá ahora se esté acordando que tiene que hacer compras y los negocios van a cerrar. Va a estar saliendo y volviendo a entrar para descolgar el teléfono. Me va a atender con disgusto, pensando cómo arreglarse con lo que tiene si no llega a comprar nada. No es momento para llamar.

Ya son más de las 3, tal vez sea la hora oportuna. Ya se levantó de dormir su siesta. Estará poniendo la pava para unos mates. ¡Cómo me gusta una mujer que sabe hacer mate! Para mí no hay felicidad más grande para un hombre que su compañera le cebe unos amargos con bizcochitos de grasa. ¿Sabrá hacer bizcochos caseros? Tengo que preguntarle. ¿Y si todavía no se levantó? ¿Y si se quedó un rato más porque la comida le cayó pesada? No voy a despertarla con el teléfono. Cuando a mi me hacen eso me pone de muy mal humor.

Se hicieron las 6 y media. No está mal. Debe estar mirando la novela de la tarde. Eso me viene bien, está escuchando palabras de amor en boca de los actores. Y luego va a escuchar las mías. Que no serán tan bien dichas pero sí sentidas, y de un hombre de carne y hueso. Y después se las voy a repetir todos los días, para que no diga como todas, que los hombres callamos nuestros sentimientos. Pero tal vez la novela esté en su parte más interesante, cuando el protagonista se entera que murió su tío multimillonario o que su hermana no es su hermana. Y yo la estoy llamando. Y ella me dice “habláme rapidito que me pierdo la mejor parte”. No, no puedo llamarla ahora.

Ya es de noche, y de noche hay otro clima. Palmira seguro ya vio que hay luna llena. Todos nos ponemos más sensibles una noche así. Yo voy a aprovechar todas las noches de luna para llevarla al balcón a contemplar el cielo. Eso me va a abrir las puertas de una velada de mucha pasión y lujuria. A las mujeres les encanta el romanticismo. Pero no creo que me atienda el teléfono, pensará que a esta hora sólo llaman bromistas y números equivocados.

¡Qué lástima! Cuando la conocí en la cola del banco y me dio su número de teléfono pensé que iba a ser más fácil. Pero de nada me sirve tener su número si no hay horario en el día en que me pueda atender.

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