domingo, 7 de agosto de 2011

Nanorrelatos * II

Ella se fue y él se quedó con una obra sin personajes.

Para cuando llegó la herencia de sus padres, sus hijos ya esperaban la de él.

Pensó en hablarle de amor, pero vio soledad de sentimientos en sus ojos.

Una verja detiene el vuelo de una bandada de niños.

A pesar de su empeño, sólo pudo despertar en ella un amor esquelético, que apenas se sostenía.

Fue a lavarse la cara y un asesino oculto detrás del espejo dio cuenta de sus años.

Culpó a esa lágrima pionera de provocar tanto llanto.

Fue sólo verlo y el alma se le llenó de colibríes.

La tinta desteñida de un pasado rutinario le manchaba el presente.

Quise besarla y me quedé en la comisura de mi deseo.

(*) Relatos por diez a la menos 9