domingo, 20 de mayo de 2007

Reflexiones viajando en colectivo

Dios 1

La única referencia que tenemos al aspecto exterior de Dios la tenemos gracias a la Biblia, que nos dice que Él hizo al hombre a su imagen y semejanza. Nos lo imaginamos entonces, parecido a nosotros. Pero no se debe parecer tanto, porque el primer hombre era algún pariente de Lucy, el esqueleto que encontraron hace tiempo, de 6 millones de años. Según esto sería petiso, peludo, de brazos muy largos, más bien parecido a un mono.
Pensando, es curioso que tenga manos y piernas porque no las necesita para nada y como es perfecto, ¿qué raro que tenga cosas que le sobran? Y el impulso sexual, que es una de las fuerzas más importantes en el ser humano, no puede faltarle a su perfección ( y menos teniendo el órgano).
De lo que estamos seguros es que es varón, porque varias veces la Biblia lo referencia como “El Padre”. Menos claro es qué hace con su sexualidad durande lo eterno de su existencia. Mujer no tiene, así que las opciones son: o sufre o se masturba. Habiendo un 50 % de probabilidades para la segunda opción, ¡qué mal que está que los curas persigan a los preadolescentes con las historias del infierno y de los pelos en la palma de la mano!
¿Para qué creo Dios al universo? Como está claro que no necesita de nada, lo creó para entretenerse. ¿Y a los seres vivos? Es bastante curioso lo que pasa en el reino animal. Estudiando un poco, se ve que hay un despliegue inusitado de imaginación en cuanto a adaptación y recursos. Algunos son hábiles para atacar, otros para defenderse, algunos para camuflarse y los hay que se reproducen a una tasa mayor a la predación. Grandes, medianos, pequeños y microscópicos, viven el en el agua, la tierra, el desierto o el aire. Lo que no se ve es ningún cuidado por evitar el sufrimiento de ninguno de ellos, ni intención de evitar su muerte, ni siquiera la extinción de la especie. ¿Tanto empeño para hacerlo y nada para cuidarlo?
¿Y al hombre para qué lo crea? ¿Para que le haga compañía y lo adule? Hubiera mirado mejor en el reino animal, para eso está el perro. Le da al hombre la total libertad de hacer lo que quiera, pero le exige que decida, con total libertad, hacer lo que Dios desea. Sino, ya le tiene preparado el infierno.
Y lo que Él desea ¿está claro? ¿Se aparece cada tanto visible a todos (no le costaría nada), y dice: “les recuerdo que para ir al paraíso, las condiciones son tales”? No, las dejó el forma oral hace mil generaciones, que al inventarse la escritura las pasaron en limpio, para luego traducirlas de un idioma a otro y conformar un libro. Ese libro está formado por varias partes, las cuales cada religión acepta como verdadera o considera apócrifa. El resultado es un libro de difícil lectura e interpretación, escrito en parábolas y paralelos, contradictorio, en el que si se busca se puede hallar respaldo para cualquier idea (la historia está llena de anécdotas con este recurso).
Considerando lo anterior, tal vez lo de “a imagen y semejanza” es algún error de trasmisión. Sería mejor, porque nuestro cerebro es más del doble del de Lucy, y no quisiera pensar que somos más inteligentes que nuestro Hacedor.
Por hoy me aburrí de este tema, a lo mejor continúo otro día. ¡Pásenla bien!

1 comentario:

Anónimo dijo...

texto para pensar y redefinir nuestras creencias. esto último poco discutido, y si bien todas las religiones hablan más o menos de lo mismo... provocan guerras absurdas cuando todas terminan diciendolo mismo.
la aptitud que tenés para escribir y la actitud de decir cosas que pueden no gustar me encantan,porque de última,la literatura sirve para abrir mentes y no solo para entretener, y con este texto tan claro lograste,por lo menos en mi, acordar con vos en lo que decís...espero que también haya muchos que no para que sirva como material de lectura para buscar respuestas...
>Adriana