sábado, 31 de mayo de 2008

Preocupación

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La visión se le había nublado por una fracción de segundo.
“No tengo que preocuparme, fue sólo un instante” se dijo. Después pensó “puede ser que comí pesado al almuerzo”. Pero la realidad es que su vista había disminuido notablemente en ese diminuto instante. Y entonces reflexionó “no tendría que haber leído el diario, trae la letra cada vez más pequeña”.
Fue en un momento cualquiera, él regaba las macetas y de repente sintió que veía las imágenes turbias. Luego se le ocurrió: “puede ser el polen de las plantas que me haya irritado”. Nunca antes le había pasado, que por un infinitésimo de tiempo perdiera la nitidez, y se sentía culpable. “Debería hacerme baños de agua fría todas las noches”, se recriminó. Tal vez empezara mañana.
No sin un dejo de preocupación, se puso a afilar las dagas para la función de esa noche.

2 comentarios:

ade dijo...

- Hay que sacarle urgente las dagas de las manos, yo no iría a la función de la noche. Muy bueno.

Anónimo dijo...

refleja la realidad de un alto porcentaje de personas que dejan para mañana, justificación mediante, lo urgente.
el remate buenísimo...quién lo lea, aunque no use dagas, puede que haga algo, y consulte con un especialista...jajajaj
Adriana