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La sombrilla hunde su punta afilada sobre la arena. No le pide permiso. Irrumpe con la prepotencia de sus dueños, que desparraman alrededor lonas, bolsas y carpas. La arena se afloja ante el primer impulso. Pero luego resiste con la fuerza de sus partículas apelmazadas. Tal vez quiera decirle a ese falo metálico que ella ha estado allí por millones de años, que ha resistido los embates del mar, del viento implacable y del sol. Que ha sabido moverse, renovarse y regenerarse para estar siempre igual. Que ha guardado en su interior la vida de infinidad de especies. Que no se opone a ser el esparcimiento estival de los humanos, pero que merece, aunque más no sea por ser dueña del lugar, algo de respeto.
5 comentarios:
Brillante Luis!!! me encanta el hecho de que saques un muy buen texto con el sólo hecho de observar a alguian clavando una sombrilla! jajaja
Abrazo!!
¿Como hice para poner "hecho" dos veces en dos renglones seguidos? que desastre!! :-P
belleza...observación, abstracción y traslación a otro yo digno de aplausos a un gran escritor
La arena es mujer, definitivamente.
literalmente, el hombre,como género humano, penetra hasta destruir lo que encuentra, y vos lo hacés sentir como lo que es, una violación!!!
muy bueno!!
Adriana
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