Veo el mar oxidado de siempre. Y esa playa irreverente que lo contiene, que lo pelea, que escucha sus susurros estridentes.
Voy a morir en el mar. Con una muerte analgésica y galáctica. En el instante del crepúsculo áspero.
¿Qué me espera en las profundidades acrobáticas? ¿La luz oscura de lo desconocido anidado o el desesperado resplandor del túnel platónico?
La vida encapsulada y adormecida no me seduce. Y tengo cansadas las esperanzas de nuevos intentos desconsolados.
Me falta la desaterrada fuerza de comenzar otra poesía.
Tal vez mi flácido pensamiento quede para siempre en la estación terminal y mi alma empapada ascienda un peldaño más en el mármol eterno.
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