sábado, 31 de mayo de 2008

Preocupación

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La visión se le había nublado por una fracción de segundo.
“No tengo que preocuparme, fue sólo un instante” se dijo. Después pensó “puede ser que comí pesado al almuerzo”. Pero la realidad es que su vista había disminuido notablemente en ese diminuto instante. Y entonces reflexionó “no tendría que haber leído el diario, trae la letra cada vez más pequeña”.
Fue en un momento cualquiera, él regaba las macetas y de repente sintió que veía las imágenes turbias. Luego se le ocurrió: “puede ser el polen de las plantas que me haya irritado”. Nunca antes le había pasado, que por un infinitésimo de tiempo perdiera la nitidez, y se sentía culpable. “Debería hacerme baños de agua fría todas las noches”, se recriminó. Tal vez empezara mañana.
No sin un dejo de preocupación, se puso a afilar las dagas para la función de esa noche.

viernes, 30 de mayo de 2008

lunes, 26 de mayo de 2008

Arena

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La sombrilla hunde su punta afilada sobre la arena. No le pide permiso. Irrumpe con la prepotencia de sus dueños, que desparraman alrededor lonas, bolsas y carpas. La arena se afloja ante el primer impulso. Pero luego resiste con la fuerza de sus partículas apelmazadas. Tal vez quiera decirle a ese falo metálico que ella ha estado allí por millones de años, que ha resistido los embates del mar, del viento implacable y del sol. Que ha sabido moverse, renovarse y regenerarse para estar siempre igual. Que ha guardado en su interior la vida de infinidad de especies. Que no se opone a ser el esparcimiento estival de los humanos, pero que merece, aunque más no sea por ser dueña del lugar, algo de respeto.

jueves, 15 de mayo de 2008

El ruido

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La primera explicación la dio el Observatorio Geofísico de Punta Indio. Dijo que el frotamiento de las placas tectónicas en las profundidades de la tierra era lo que estaba produciendo el ruido que lo invadía todo. Por supuesto, más tarde cada periodista aderezó esta explicación insulsa con apuntes propios, de dudoso rigor científico.
Durante los días sucesivos, los medios le dieron micrófono a la astróloga Shiranda, que explicó lo de los mundos paralelos que se conectaron por una conjunción planetaria. También dio su opinión el meteorólogo (autodidacta) Otto Schiler que aseguró que en el interior de la tierra había vientos y tormentas. Pero la explicación que más sorprendió fue la del Psicólogo Nardini, para quien todo era fruto de una ilusión colectiva, basada en el uso a excesivo volumen de los MP3s y el deseo inconsciente de no escuchar la voz interior de cada ser humano.
Eso fue durante el primer tiempo, cuando éste era el tema de todos. Con los meses, a pesar de que el ruido no aminoraba, las noticias cotidianas: crímenes, inflación o silicona mal colocada, volvieron a tener su importancia. La gente se habituó a usar tapones en lo oídos la mayor parte del tiempo, a ver televisión con auriculares y a acompañar las conversaciones cotidianas con señas de sordomudos, que al tiempo, reemplazarían totalmente a la fonética.
Algunos, como siempre, se vieron beneficiados. Los que apostaron a que el fenómeno iba para largo y se pusieron a desarrollar y vender productos tales como: despertadores vibrantes, megáfonos de bolsillo y superamplificadores de música. Los que empezaron a ofrecer vacaciones en SPAs cuya única instalación era una aislamiento sonoro. Y finalmente las iglesias que veían aquí claramente el sello de Satanás y llamaban a la redención, siempre a través del diezmo.
El resto de la población se adaptaba con mayor o menor dificultad al fenómeno.
La mañana del 8 de octubre las cosas dieron un vuelco.
El intendente habló por la cadena oficial para anunciar que el ruido había cesado, acompañado de un traductor para sordos que tal vez no hubiera hecho falta, pero que tenía contrato por dos años más. Se decretó asueto y la gente festejó en las calles y en la plaza central, el final de su martirio acústico.
Al día siguiente la euforia se había disipado y muchos cuestionaban que este silencio fuera lo mejor.
Sordos e hipoacúsicos, a los que se le unieron naturalmente los que vivían al costado de la vía del tren y los operarios de martillos neumáticos, opinaron que preferían el ruido, que los hacía sentir de igual a igual con el resto.
En el club Progreso y Deporte se empezaron a reunir padres de familia cuyas esposas, suegras y madres habían vuelto a parlotear todo el día. Alguien hizo notar que tal vez nunca habían dejado de hacerlo.
Los que más tardaron en quejarse, pero tal vez los que inclinaron la balanza, fueron los parcos del lugar. Como en todo pueblo eran muchos los que sólo se expresaban en monosílabos, los que pasaban días sin emitir vocablo y los hombres que estaban solos por no haberse animado a hablarle a la mujer se sus sueños.
Las autoridades no pudieron hacer oídos sordos a estos reclamos y dispusieron que la sirena de los Bomberos Voluntarios sonase durante todo el día, volviendo las cosas a la normalidad.

Santa Rita


jueves, 8 de mayo de 2008

Confiterías de Buenos Aires

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Dedicado a Andrea

De hoy no pasa.
Esta es la quinta vez que nos encontramos. Y todavía no me animé.
Sé lo que pasa. Los lugares donde nos citamos no son los adecuados, siempre frente a frente en la mesa de un bar o de un restó. Es muy difícil encontrar intimidad a tanta distancia.
Alguna vez pensé que sería útil buscar en Buenos Aires alguna confitería con sillones, luz suave, música romántica…allí las cosas se darían solas. Pero la verdad es que nunca tengo tiempo de salir a recorrer.
Con Bibi nuestras charlas siempre fueron animadas, nos divertimos y hablamos de cosas serias, hasta llegó a contarme detalles íntimos de su vida. Pero lo que no me animé fue a tomarle la mano y a decirle frente a frente lo que siento. Hoy lo voy a hacer aunque me cueste, no soporto que nos sigamos citando como amigos. Al menos este bar tiene un poco de música.
-Hola Carlos, ¿Cómo estás?
-Muy bien, Bibi ¿y vos?
-Bien, con muchas cosas para contarte.
-Yo también tengo algo importante para decirte.
-Genial, te escucho, Carlos.
-No, primero decime vos.
-Bueno, te cuento. El lunes a la tarde un compañero de trabajo me confesó que está interesado en mi, que quería que saliéramos. Yo no había reparado mucho en él, pero es simpático y parece buen tipo.
-¡Pero no lo conocés!
-No, pero trabaja en la empresa. Pensé en ese momento: hace meses que rompí con mi ex, es hora de que me dé otra oportunidad, por lo menos para ver qué pasa. Y acepté, nos vimos el martes y ayer pasamos la noche juntos. ¿No es genial?
-Pe… pero no sé si es el adecuado…
-Vas a ver que sí cuando te lo presente, le conté de vos y te quiere conocer. Bueno, ya hablé bastante, ¿Qué tenías para decirme?
-Nada especial Bibi: que tengo decidido empezar a recorrer confiterías de Buenos Aires. Creo que de hoy no pasa.